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Maia Sandu ha sido reelegida en una segunda vuelta electoral en Moldavia

La presidenta de Moldavia asegura un segundo mandato en medio de acusación de interferencia extranjera y desafíos internos.

Maia Sandu ha sido reelegida en una segunda vuelta electoral en Moldavia
Maia Sandu ha sido reelegida en una segunda vuelta electoral en Moldavia

La presidenta de Moldavia, Maia Sandu, ha sido reelegida en una segunda vuelta electoral marcada por acusación de injerencia rusa y un clima de creciente tensión. Con el 55.03% de los votos, superó a su oponente prorruso, el ex fiscal general Alexandr Stoianoglo, quien obtuvo cerca del 45% de apoyo en unos comicios seguidos de cerca tanto en Europa como en Rusia. Sandu experimentó el triunfo junto a sus partidarios en Chișinău, destacando que su prioridad en los próximos cuatro años será liderar para todos los moldavos, sin importar su preferencia política.

Sin embargo, la victoria de Sandu estuvo ensombrecida por graves denuncias de interferencia extranjera, con lo que describió como un "ataque sin precedentes" contra la democracia moldava. En su discurso, la presidenta enfatizó que el "poder del pueblo" prevaleció pese a las amenazas, destacando la resistencia de los moldavos frente a las presiones externas.

La participación en estas elecciones alcanzó el 54% de los habilitados, sumando 1.68 millones de personas, con un papel destacado de la diáspora moldava, que votó en masa por Sandu en las urnas internacionales. Esta comunidad en el extranjero registró una participación récord, superando los 325,000 votos. En la primera vuelta, celebrada el 20 de octubre, Sandu había liderado con un 42%, aunque sin alcanzar la mayoría absoluta que requería para asegurar la victoria.

El proceso electoral estuvo plagado de incidentes que llevaron a las autoridades a investigar posibles manipulaciones. La policía moldava declaró que tenía "pruebas razonables" de traslados ilegales de distrito, algunos desde el extranjero, organizados para influir en el resultado. Además, ciberataques contra los sistemas de registro de votantes nacionales se sumaron a las presiones denunciadas, con ataques dirigidos a bloquear la conexión entre los centros de votación de Moldavia y el extranjero.

A estas amenazas cibernéticas se agregaron alertas de bombas en colegios electorales en Fráncfort, Alemania, así como en Liverpool y Northampton en el Reino Unido, que intentaron detener el proceso de votación. El asesor de seguridad nacional moldavo, Stanislav Secrieru, alertó de que la injerencia rusa tenía un "alto potencial" para alterar el resultado electoral, y señaló que los esfuerzos de seguridad para contrarrestar estos ataques eran constantes.

El primer ministro Dorin Recean también denunció una serie de amenazas telefónicas anónimas, catalogándolas como un "ataque extremo" para intimidar a la población moldava, un país de 2.5 millones de habitantes que atraviesa una complicada relación con Rusia desde su independencia.

Las autoridades moldavas también investigan una presunta red de compra de votos que involucra a Ilan Shor, un oligarca en el exilio condenado por fraude y blanqueo de dinero, actualmente residiendo en Rusia. Según los fiscales, Shor habría distribuido millones de dólares entre septiembre y octubre para influir en el voto de más de 130,000 personas a través de un banco sancionado internacionalmente. Aunque Shor niega cualquier delito, las autoridades han incautado sumas millonarias en su esfuerzo por desmantelar esta red de compra de votos, con incidentes reportados incluso en la región autónoma de Gagauzia.

Desde 2021, el gobierno de Moldavia ha impulsado políticas proeuropeas y mantiene abierta la intención de integrarse en la Unión Europea, objetivo reforzado en un referéndum celebrado junto con la primera vuelta electoral en octubre. Este referéndum obtuvo el apoyo del 50.35% de los votantes, especialmente de aquellos en el extranjero.

Desde la invasión rusa de Ucrania en 2022, Moldavia ha intensificado sus relaciones con Occidente, solicitando su adhesión a la UE y logrando el estatus de país candidato. Este viraje hacia Europa ha tensado las relaciones con Rusia, que ha sido acusada repetidamente de llevar a cabo una "guerra híbrida" en Moldavia, mediante campañas de desinformación y apoyo a partidos prorrusos. Moscú, por su parte, ha negado cualquier tipo de intervención.

El nuevo mandato de Maia Sandu se perfila desafiante, con la presión de consolidar la democracia y fortalecer la seguridad nacional frente a las crecientes amenazas externas. Con una elección parlamentaria en 2025, Sandu tendrá que equilibrar su ambición de llevar a Moldavia hacia la Unión Europea y mantener la unidad de una población cada vez más polarizada.

La reelección de Sandu simboliza un triunfo para las fuerzas proeuropeas en Moldavia, pero las acusaciones de interferencia y el incierto camino hacia la integración europea señalan los retos que enfrenta el país. La mandataria se dispone a construir un futuro donde la independencia y la estabilidad democrática puedan prevalecer, en un contexto donde las sombras de influencias extranjeras aún se ciernen sobre Moldavia.