
Las mujeres viven más pero con peor salud
A pesar de avances en equidad, las mujeres siguen subrepresentadas en la ciencia y olvidadas en la investigación médica que atiende sus necesidades.

A lo largo de la historia, la ciencia ha impulsado transformaciones clave para la humanidad. Sin embargo, su progreso no ha sido igualitario: las mujeres, tanto como profesionales en el ámbito científico como pacientes, han sido relegadas en múltiples niveles. Esta exclusión ha limitado el conocimiento sobre su salud y ha afectado negativamente la calidad de la atención médica que reciben.
De acuerdo con un reciente informe elaborado por el Foro Económico Mundial y el McKinsey Health Institute, las mujeres experimentan hasta un 25% más de su vida en condiciones de salud deteriorada que los hombres. Esta brecha responde, en parte, al bajo enfoque que ha recibido la investigación sobre enfermedades que las afectan de forma específica, como los trastornos hormonales o ciertas patologías cardiovasculares.
Actualmente, solo un 4% de la inversión mundial en investigación farmacéutica se destina a padecimientos que afectan exclusivamente a las mujeres, como la endometriosis o el cáncer de ovario. Esta falta de recursos no solo impide el desarrollo de nuevos tratamientos, sino que prolonga desigualdades estructurales en los sistemas de salud. “El cuerpo de una mujer no es igual al de un hombre o un niño; se comporta de manera diferente, y es crucial que la ciencia lo reconozca y lo comprenda”, señala Kirsten Erichsen, gerente de desarrollo de Portafolio y Nuevos Negocios de Luminova Pharma Group.
La brecha también se refleja en el número de investigadoras activas. Según datos de la UNESCO, apenas el 30% del personal dedicado a la investigación científica en todo el mundo son mujeres. Para Erichsen, es urgente implementar políticas públicas que apoyen a las científicas, sobre todo a aquellas que enfrentan retos adicionales como la maternidad o la falta de recursos económicos.
Una posible solución comienza en las aulas. Promover desde la infancia el interés de las niñas por la ciencia puede ser decisivo. “Si desde pequeñas les mostramos que la ciencia también es para ellas, podemos inspirar a futuras generaciones de investigadoras”, apunta Erichsen. La inclusión femenina en el ámbito científico no solo responde a criterios de justicia social, sino que es esencial para lograr una medicina más equitativa, diversa y precisa.
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