Saquean el palacio de Bashar al-Assad tras la caída de su régimen

Los rebeldes sirios declararon oficialmente la caída del presidente Bashar al-Assad tras tomar el control de Damasco. Este evento histórico no solo marca el fin de un gobierno que se extendió por 54 años, sino que pone a Siria en una encrucijada política y social tras más de 13 años de guerra civil. La desaparición de al-Assad, quien habría huido en un avión hacia un destino desconocido, ha dejado un vacío de poder que siembra incertidumbre en la región.

Los insurgentes lograron asestar un golpe directo no solo al régimen, sino también a la influencia de Rusia e Irán, principales aliados del dictador durante el conflicto. Mientras tanto, las calles de Damasco se convirtieron en escenario de una mezcla de celebración, caos y saqueos.

En un acto cargado de simbolismo, ciudadanos y rebeldes irrumpieron en el Palacio Presidencial Al-Rawda y en la residencia privada de Bashar al-Assad, ubicada en el distrito de Malkeh. Dentro de las lujosas propiedades, las imágenes compartidas en redes sociales muestran a personas recorriendo los pasillos, tomando selfies y, en algunos casos, llevándose muebles y objetos personales del dictador.

Un garaje repleto de autos de lujo, que incluía superdeportivos como Ferraris, Mercedes y Audis, fue confiscado por los rebeldes, evidenciando el lujo en el que vivía la familia presidencial mientras el país enfrentaba años de devastación. Al mismo tiempo, el Banco Central de Siria fue saqueado, y testigos reportaron que varias personas se llevaron bolsas llenas de dinero en efectivo. 

La televisión estatal siria mostró a los insurgentes recorriendo las propiedades del régimen, mientras se reportaba que Bashar al-Assad y altos funcionarios de su círculo cercano habían desaparecido. Fuentes militares confirmaron que el dictador huyó de Damasco sin dejar rastro, y actualmente se realizan interrogatorios a antiguos miembros de su gobierno para rastrear sus movimientos.

Por otro lado, en un momento que encapsula la caída del régimen, un hombre fue fotografiado caminando junto a un retrato roto de Hafez al-Assad, padre de Bashar y fundador del gobierno familiar, mientras los ciudadanos revisaban los restos de la residencia presidencial.

La guerra en Siria, que comenzó como una revuelta contra el régimen, dejó un saldo devastador: cerca de 500,000 muertos, millones de desplazados y una población profundamente fragmentada. Con más de la mitad de sus habitantes obligados a abandonar el país, las cicatrices del conflicto seguirán presentes en el tejido social y político de Siria por generaciones.

La partida de Bashar al-Assad simboliza el fin de un capítulo oscuro en la historia de Siria, pero también abre la puerta a una nueva era cargada de desafíos. Sin un sucesor claro y con un país devastado por la guerra, el futuro de Siria queda en manos de quienes ahora buscan reconstruirlo desde las ruinas. La caída del régimen es un triunfo para muchos, pero también un recordatorio del alto costo que conllevó esta victoria.