Rusia confirma primer ataque ucraniano con misiles de largo alcance
Esto marca un cambio estratégico que podría intensificar la guerra y provocar represalias de Moscú.
El Ministerio de Defensa de Rusia confirmó que Ucrania utilizó misiles balísticos de largo alcance ATACMS, fabricados en Estados Unidos, en un ataque sobre la región fronteriza de Briansk. Según informes rusos, cinco de los seis proyectiles fueron interceptados por sistemas antiaéreos, mientras que uno impactó en una instalación militar sin causar víctimas ni daños significativos. Este ataque marca un nuevo capítulo en el conflicto, evidenciando un aumento en las capacidades ofensivas de Ucrania.
El empleo de misiles ATACMS, autorizados recientemente por el presidente estadounidense Joe Biden, representa un cambio crucial en la estrategia de Kiev. Estas armas permiten alcanzar objetivos estratégicos dentro del territorio ruso, ampliando el alcance de los ataques más allá de las líneas del frente. Aunque el uso de estos misiles estaba restringido anteriormente, esta acción sugiere un posible giro en la postura de Estados Unidos respecto al apoyo militar hacia Ucrania.
Desde Ucrania, se calificó el ataque como exitoso, señalando la destrucción de un arsenal ruso en la región, aunque sin proporcionar mayores detalles. Este movimiento coincide con la aprobación por parte de Vladímir Putin de una nueva doctrina nuclear que autoriza el uso de armamento atómico en caso de ataques convencionales, elevando significativamente las tensiones internacionales.
El ATACMS es un sistema de ataque de alta precisión desarrollado por Lockheed Martin, empleado previamente con gran efectividad en conflictos como la Operación Tormenta del Desierto. Sus capacidades avanzadas, incluyendo navegación GPS y un alcance de hasta 300 kilómetros, convierten a este armamento en una herramienta poderosa en manos del ejército ucraniano. Su uso podría presionar a Rusia en frentes estratégicos, aunque también conlleva riesgos de escalada en el conflicto.
El ataque con misiles ATACMS marca una nueva fase en la guerra, redefiniendo el equilibrio de fuerzas entre Ucrania y Rusia. Este evento no solo subraya la creciente sofisticación del arsenal ucraniano, sino que también plantea preguntas sobre el futuro del conflicto, incluyendo la posibilidad de represalias rusas y un incremento en el apoyo militar occidental a Kiev.